Terpsícore

“La danza más allá de los límites”

Aunque el título más adecuado para la musa sea “la que deleita en la danza”, me parece curioso que se omita de alguna forma el arte coral, de la cual también es dueña y promotora. (Su descripción y atributos me recuerda sin duda a uno de esos eternos femeninos que han marcado mi vida, desde ahora a la eternidad (from here to eternity, como le solía decir), espero que ella misma se encuentre en este tributo). Es precisamente la musa del canto coral, madre de las sirenas, que con su voz armoniosa pueden llevar al hipnotismo, a despertar ese sin fin de emociones que te trasladan al vínculo inexorable que existe con lo vivido, y con ello a la danza, al baile que no conoce restricción, y que más que ello es responsable de la construcción del espacio, facultad y fenómeno único más rápido que la luz.

Tenía, para empezar, que tener padres de naturaleza mágica, el mismo rey de los dioses Zeus y la diosa de la memoria, Mnemosine. Ella, junto con sus ocho hermanas, conforma las musas de las dotes artísticas, aunque algunos aseveren a la danza como madre de las artes. Puede que por este tipo de afirmaciones es que haya primado este talento sobre lo coral, aunque ambos este ligados a y sean capaces de despertar una emotividad inusitada, incluso llevarlo a un estado de euforia. Este es distinto al hipnotismo anteriormente enunciado, tiene un deje pasional casi consciente pero en cuyo crecimiento exponencial reside la ruptura de los límites.

Por esta propiedad se la atribuye una emotividad vehemente, llena de fuerza impetuosa, ardiente y llena de pasión; así mismo capaz de despertarlo en otras personas. Es posible agregar la insistencia, la independencia y la originalidad, vinculados al exquisito arte del que es musa. Aún, sospecho de poderes oscuros y misteriosos, no reconocidos, taimados; constituyen el engaño de la imagen a la que estamos acostumbrados, quizás del engaño en su forma básica, y por qué no, sí éste arte ha quedado sin musa. Me recuerda las facultades astrológicas que me influenciaban, con carácter cíclico, una verdadera estratagema, responsables de un erotismo licantrópico pero contraproducente, ya que la falta de saciedad puede generar temor. Ese ritmo, baile celeste, acompasado de mórbidos coros, rituales de alquimia, breve llama de fisión; he ahí la causa de que sea prohibido.

Ansío llegar a esa danza fuera de los límites, me suena, sobre todo, divertido.

ImagenTerpsícore, musa de la danza. Jean-Marc Nattier